Una tarde anodina, de esas que te han tenido todo el día rezagado y acorralado, cogí el petate y lo llené de cosas. Subí a la moto y me largué
Era una época extraña en mi vida. Me acababa de separar, hacía poco que había vuelto a mi apartamento de soltero y pasaba los días solo. A veces, encontraba la compañía de amigos y lo único que sabía hacer era beber
Por eso tenía esa resaca tan monumental. Dolor de cabeza, inseguridad. Supongo que estaba aún encontrando mi lugar en la vida
Pero hay un lugar que siempre fue mío, y ese es encima de una moto
No sabía a dónde iría, no tenía ni puñetera idea. Me apetecía recorrer el Mediterráneo así que salí dirección levante. Viejas rutas que ya había recorrido hacía tiempo
El vertical twin de las Triumph es uno de los motores más dulces que existen. Viajar en esa máquina siempre me pareció fascinante. Suave, ligera una vez en marcha, rápida en comparación con otras bestias de su segmento… no entiendo cómo se vendieron tan pocas Speedmasters. En fin, supongo que eso la hace aun más especial
Las dudas iban desapareciendo con cada kilómetro. Mis problemas parecían ya un horizonte lejano, la brisa del mar por la tarde era agradable y así encontré el flow al fin. Hay un momento en el que sé que he dejado todo atrás, y es cuando me pongo a cantar dentro del casco
Suelo comenzar con la canción Kingdom Come de Manowar, no me preguntes porqué pero es la canción que más he cantado mientras ruedo, aunque puede ser cualquier cosa en realidad
Síntoma de felicidad y conexión total. A partir de ahí se van sucediendo pensamientos, música, silencios cómodos, risas y toda una amalgama de buen rollo en solitario, con la derecha en el acelerador y la izquierda a ratos apoyada en el tanque
Y cualquier psicólogo o gurú de la New Age te diría que encontrar calma en la mente mediante la meditación es la vida misma. Sanador. Acogedor
Me parece que a ninguno de esos hierbas se les ha ocurrido jamás subirse a una moto y hacer casi mil kilómetros de un tirón, parando a mear en gasolineras y tomando café a cada rato. Eso mejora cualquier meditación
Cuando paré para buscar dónde dormir el ruido mental volvió. Un hostal de mala muerte frecuentado por temporeros y canal porno en una tele minúscula de culo gordo, un sitio de mala muerte
Al día siguiente el ruido se volvió a ir, y volvió la vida mísma rodando por el desierto de Monegros. Sitio mágico. Los desiertos son un festival de muerte donde encuentras la vida. Allí desapareció el ruido de mi cabeza y volvió la música. El bicilíndrico hacía los riffs de guitarra y yo los gritos metaleros
Varios días de aventura solitaria no hacen que quien vuelva a casa sea otra persona, quien vuelve eres tú. El otro era el capullo ese quejándose y bebiendo por no aceptar los cambios en la vida. Lo esencial seguía igual, mi moto y yo